¿Por qué los EEUU no han derrocado a los gobiernos comunistas de Cuba y Venezuela?

Interpretación del pensamiento de Briceño Iragorry sobre la necesidad del Nacionalismo.

Nacionalismo Considero a la nación como fuerza humana que viene del fondo de la historia y la cual nosotros debemos empujar hacia el futuro. (Briceño-Iragorry) Para Briceño-Iragorry el nacionalismo es la conducta de valorar, fortalecer y propagar las tradiciones. 

Es decir, el nacionalismo es la ideología del respeto necesario para el desarrollo sustancial y auténtico de un Estado nacional. Por ende todo ciudadano y todo gobernante debe tener como objetivo principal este nacionalismo que valore y construya a raíz de la fuerza y el vigor de su cultura, de sus tradiciones y de su poder creativo.

 De igual manera, el nacionalismo es la conducta que debe adoptar todo ciudadano que desee superarse así mismo para que de esta manera ayude a su comunidad, país o nación. Esto es principalmente una de las características que debe tener todo ciudadano, pero sobre todo las personas que detentan el poder político, ya que su servicio público está a disposición de sus compatriotas y es su deber hacerlo de la mejor manera. 

 Además, nuestro autor dice que el nacionalismo no es un mero culto a las glorias del pasado, como por ejemplo, también lo señaló el historiador venezolano Germán Carrera Damas, en su libro “El Culto a Bolívar” (1969), donde el mero culto simple y vacío a veces hace olvidarnos de lo más importante que nos legaron los fundadores de la república, personas, que fueron sus obras y sus ideas, y que para Briceño Iragorry es mejor obrar con el ejemplo e intentar igualar sus glorias que simplemente citar, nombrar y recordar lo que estos hombres realizaron.

 A este respecto, escribió la siguiente reflexión: Pero la patria en su sentido de nación y de comunidad implica la horizontalidad de los afectos fraternales y la verticalidad descendente de las generaciones que derivaran de nosotros su existencia en el orden físico y en el orden moral de la historia. Pasos o movimientos diversos que se conjugan en una sola pasión. Hoy se llama más que patriotismo, nacionalismo, por cuanto aquel reduce su área conceptual a sacrificar goces de orden ético, mientras el otro mira con ojos más abiertos y rapas a todos los problemas de la comunidad nacional (Briceño-Iragorry, 1953, p. 42) Es por esto que si se mantienen los vicios que referenciamos en capítulos anteriores el país seguirá sucumbiendo en la crisis; si se continua irrespetando la historia, las tradiciones, las instituciones, las leyes, si se consolida el abuso del poder, el robo al erario público con funcionarios que se corrompen ante la delincuencia y sus recompensas monetarias, implementando el amiguismo, el clientelismo, la mediocridad, el populismo, la partidocracia, la tiranía, traerá todo esto la consecuencia de padecer una de las más graves coyunturas que pueda vivir toda nación: la polarización, la guerra civil y la desintegración del Estado nacional. Es por esto que Briceño-Iragorry presenta al nacionalismo como un práctica social y política para superar estos vicios que representan las causas y consecuencias de la crisis de pueblo.

 Por otra parte, las disputas y diferencias políticas son sanas y naturales en todas las naciones y pueblos del mundo pero a pesar de estas no deberían generar tal punto que depare en conflictos bélicos entre compatriotas. Por esto el nacionalismo debe ser una idea cualitativa que piense en la totalidad de la nación y no sólo en sus parcelas políticas y en sus partidarios. Además, el nacionalismo debería pasar por encima de las diferencias partidistas para unirse en beneficio de la totalidad de la nación; así lo afirmo Briceño-Iragorry cuando describió el deber ser del nacionalismo: El amor a la nación, la devoción a la patria, se muestran con hechos riesgosos y no con palabrería inútil. A la patria se sirve por medio de una conducta que manifieste ánimo de perder en el ámbito personal y no empeño de utilizar los valores de la nacionalidad como oportunidad de beneficios (Briceño-Iragorry, 1954, p. 161) El nacionalismo, para Briceño-Iragorry, es la concienciación del sujeto en función de su espacio social e histórico.

 Briceño Iragorry opone la tesis nacionalista a la panamericanista sostenida por los E.E.U.U; con el nacionalismo funda una interesante perspectiva desde la tradición, como el recurso para el sostenimiento de los valores auténticos y la revisión del continum histórico, en aras de la superación de la crisis de pueblo. Al mismo tiempo y para decirlo en términos psicológicos, para Briceño-Iragorry el Nacionalismo es el ego que tiene toda persona dentro de sí, es la virtud de obrar de buena manera, con orgullo, y es esta conducta la indicada para superar la crisis de pueblo, dándole predominio a la cultura y a las tradiciones propias. Con respecto a la influencia que ejerce el imperialismo sobre los países como Venezuela, en donde los resultados como sociedad han ido de fracaso en fracaso, traerá como consecuencia la transculturización por el simple hecho de no haber valorado el acervo cultural autóctono. Es por esto que Briceño-Iragorry alerta de la peligrosidad que representa el choque cultural con las potencias del mundo viviendo bajo el proceso de la crisis de pueblo, ya que la influencia de una cultura potente, orgullosa y consolidada como la de EEUU podría acelerar el proceso que el mismo Briceño-Iragorry llamo “la quiebra de la cultura”. De tal manera nuestro autor antepone al nacionalismo como escudo protector de los valores culturales ante el imperialismo de los EEUU, debido a que la conducta antinacionalista que han tenido todos los gobernantes ha causado para Briceño-Iragorry que: “Lo valioso nuestro lo hemos menospreciado y desechado.

 Por eso somos pueblo expuesto cada día a la fácil conquista del extranjero” (Briceño-Iragorry, 1953, p. 26) con lo cual afirmara también el estado de colonia comercial en el que ha caído Venezuela y gran parte de los países latinoamericanos respecto de los EEUU, y que fácilmente pudo haberse evitado si se hubiese aplicado una doctrina nacionalista: Justamente la dolencia que ha destruido nuestra vertebración continental e interna ha sido la absoluta falta de un sano y constructivo nacionalismo, que hubiere defendido a tiempo nuestras riquezas y hubiera evitado la situación colonialista en que han venido a parar nuestras industrias y comercio, en beneficio de la gran industria y del poderoso comercio del norte (Briceño-Iragorry, 1955, p. 126)

 Por eso, para evitar la transculturización, Briceño Iragorry propone la importancia de dar preeminencia a la tradición y a los valores culturares auténticos como principios nacionalistas, por eso se expresó de esta manera: El sano y discreto venezolanismo que yo procuro defender por medio de la exaltación de nuestros valores tradicionistas, es la idónea barrera que puede defendernos de la acechanza continua del imperialismo industrial, que intenta hacer de nuestra vieja América española un campo anárquico, confuso, heterogéneo, donde medren a todas anchas los intereses antinacionales de los absorbentes imperios. (Briceño-Iragorry, 1953, p. 35)

 En tal sentido el nacionalismo es la conducta que deben tener todos los ciudadanos de una misma nación, valorando y trabajando por lo propio; ese sería el camino más cercano para el éxito individual como de una colectividad, ya que para Briceño Iragorry: “El nacionalismo es, en cambio, la fuerza que empuja y defiende la vida de los pueblos” (Briceño-Iragorry, 1953, p. 42) Sin embargo, el nacionalismo que propone Briceño-Iragorry no significa el auto aislamiento y el estar cerrados al mundo exterior porque sería algo ingenuo, pero si abrirse al mundo exterior como una nación con personalidad propia que trabaja en pro del amor propio, tratando de asimilar las experiencias obtenidas del análisis histórico de los pueblos del mundo para beneficio de la nación, tal cual lo dijera Mariano Picón Salas: El verdadero Nacionalismo, el único eficaz, el que puede actuar sobre la circunstancia autóctona para mejorarla y modificarla, no es el de quien se quede mirando el rio que pasa por su aldea, sino el del que acude a la experiencia de otros pueblos, a la lección que dan otras culturas, para fecundar y enriquecer el ámbito propio. (Picón Salas, 1949, pp. 176-177) 

 Curiosamente a Briceño-Iragorry se le acusó de ser un chovinista por el hecho de encumbrar su nacionalismo como ideología política, y que para su defensa dijo que el ser nacionalista no tenía nada que ver con aislarse del mundo entero sino simplemente valorar y defender lo propio, interactuando de igual a igual con las demás naciones del mundo, pero que al momento de interactuar con cualquier nación Venezuela lo deber hacer siempre y cuando: pactos políticos, económicos y sociales con otros países no perjudiquen los intereses de ninguno de los ciudadanos de Venezuela. “No caen en la cuenta estos falsos defensores del orden universalista de la cultura que el nacionalismo no es categoría opuesta al internacionalismo, si no al imperialismo.” (Briceño-Iragorry, 1953, p. XVIII) 

 Es por esto que, en sentido estricto para Briceño-Iragorry el nacionalismo es la armadura contra cualquier ataque a lo nacional en cualquier ámbito, en el filosófico, en el militar, en lo económico, en fin en todas las actividades humanas que realice un pueblo: “(…) Nuestro nacionalismo se limita a la conservación de nuestros valores de pueblo y a la defensa de nuestro destino económico y político.” (Briceño-Iragorry, 1955, p. 132) Además, para Briceño-Iragorry mientras los principios y valores de un pueblo estén más arraigados, será mucho mayor su capacidad de defensa ante su posible disolución; y es por esto la reiterada voz de Briceño-Iragorry con respecto a la importancia de respetar y valorar la historia, ya que los principios morales y espirituales de las naciones cuando están bien consolidadas, a pesar de cualquier tragedia su espíritu seguiría intacto. Así, pues, todo nacionalismo debe ver en la historia esa fuerza creativa en donde se agrupa todo el desarrollo espiritual de las naciones. 

Al respecto Briceño-Iragorry opino que: “(…) Jamás perecerá íntegramente un pueblo que mire hacia su pasado. Justamente perecen, y caen bajo el imperio de nuevas y extrañas fuerzas, los pueblos que no tienen conciencia de sí mismos.” (Briceño-Iragorry, 1953, p. 38) Con respecto a la fuerza espiritual de un pueblo que ha sabido resguardar, valorar y acrecentar su acervo cultural y lograr ,a pesar de muchas tragedias, mantener su autenticidad y manera de ver el mundo, a pesar de que en miles de años no pudieron ni siquiera estar asentados en un territorio definido y aun así lograron mantener la identidad como pueblo, Briceño-Iragorry resalta dicha hazaña tomando como ejemplo y caso el pueblo judío como manera de demostrar la veracidad de sus postulados sobre la valoración de las tradiciones y la cultura.

 Al respecto de este pueblo, nuestro autor dijo lo siguiente: Aun después de la gran diáspora, el pueblo hebreo fue una nación unida por vínculos morales. Mientras más vigorosos sean los nexos que unen el alma del pueblo, más resistente y fácil será su defensa. Cuando en cambio las naciones han descuidado el cultivo de sus lazos morales, será más fácil su dominio por las fuerzas extranjeras. (Briceño-Iragorry, 1953, p. 38) Es por esto que para Briceño-Iragorry el amor por lo propio es importante, ya que si no se quiere y se irrespeta las tradiciones, difícilmente se puede ser una nación prospera. Por consiguiente el nacionalismo como sistema de vida debe ser el de hacerle ver a todos los ciudadanos de la República el valor de sus tradiciones y el valor del amor y el respeto a la patria, ya que de esta forma es la única manera de que las naciones se fortalezcan. No obstante, para Briceño-Iragorry existe una pequeña diferencia entre patriotismo y nacionalismo: el patriotismo solo obedece al reconocimiento de las fechas importantes del país, como el día de la independencia, de batallas importantes, y solo se reduce a exaltar las glorias del pasado, mientras que el nacionalismo debe ir más allá. No solo debe abrazar este patriotismo, sino que debe hacer lo posible porque los grandes logros del pasado sirvan de fuerza para seguir alcanzando metas en el presente. 

Ya que el nacionalismo no debe limitarse al amor de los símbolos patrios, si no a que estos símbolos patrios generen respeto, por los logros que su población día a día va consiguiendo. Es decir, no se puede quedar en el pasado hablando de lo guerrero que fueron los lanceros patriotas de la guerra de la independencia, sino que se debería forjar una sociedad y una comunidad de guerreros éticos, morales y físicos que día a día se esfuercen y trabajen para mejorar lo que de antaño realizaron sus héroes. Así lo refirió nuestro autor: Jamás me he atrevido a creer que la nación sea un todo sagrado e intangible, construido detrás de nosotros por el esfuerzo de los muertos, así estos prosigan influyendo en el devenir social. Considero a la nación como fuerza humana que viene del fondo de la historia y la cual nosotros debemos empujar hacia delante. (Briceño-Iragorry, 1951, p. 98)

 Por esto el nacionalismo debe crear los mecanismos para que el país se haga fuerte en todos los ámbitos sociales: materiales como espirituales, porque una sociedad no debería aspirar simplemente al materialismo que presenta el mundo de hoy como ideal supremo, sino que es necesario que exista una conducta de sacrificio personal y social por la patria para poder superar las crisis. Así lo sostuvo Briceño-Iragorry: Crisis de dentro, tanto en el orden del individuo como en el orden de la sociedad, padece nuestro pueblo. Pareciera además continuar insistiendo acerca de la urgencia de tomar como elemento de unidad para la gran obra nueva la formación de una mística en torno a los valores nacionalistas (Briceño-Iragorry, 1958, p. 179) Por ende el nacionalismo es la conducta que se debería adoptar para superar la crisis de pueblo. El nacionalismo es el mecanismo de alarma y defensa contra todo lo que vaya en detrimento de la nación. El nacionalismo debe buscar el método para hacer valorar la historia, para entender la realidad cultural, para darle la importancia y preeminencia a la tradición, defenderla, acrecentarla, propagarla, enriquecerla, para que los venezolanos se sientan orgullosos de su país, de su tierra, y no tengan que hacer como hoy día en que la mayoría de los jóvenes que se gradúan en las Universidades piensan en hacerse una vida fuera del país debido a la situación miserable en que actualmente se encuentra Venezuela.

 En fin, para nuestro autor, si ningún gobierno puede implantar un sistema nacionalista que proteja lo auténtico y lo catapulte y realce, se estarán reproduciendo las consecuencias de la crisis de pueblo: falta de seguridad ciudadana, corrupción, injusticia, negligencia, pobreza. Al punto de ser para los grandes capitales y los poderosos del mundo una parcela para distribuir drogas, explotar solo materias primas y condenar a la nación a la dependencia económica, política y cultural. 

Por lo cual el nacionalismo, además de ser un principio moral y ético que debe tener toda sociedad, también debe consolidarse como una moral política, ya que como se explicó antes; si para Briceño-Iragorry la política es la voluntad de la cultura y es desde los puestos del poder desde donde se puede moldear una sociedad, por consiguiente el nacionalismo debe estar inmerso en un programa político para poder ayudar a superar el proceso de una crisis de pueblo. “Insértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser nuestras repúblicas” (Briceño-Iragorry, 1953, p. 53) Darle la cara al mundo con estilo propio, darle un lugar de preponderancia a Venezuela ante el mundo son los objetivos que propone Briceño Iragorry para con su patria. Por ello el nacionalismo debe garantizar esta independencia material y espiritual. Material, para no depender de ninguna organización o países bien sea para: alimentación del pueblo, para la tecnología, la industria, para la producción de medicinas, en fin para solventar los problemas básicos para la supervivencia material de los individuos. Y la independencia espiritual que vendría siendo la preservación de las tradiciones y la cultura propia del ser venezolano.

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